Ya era hora. De cortar con lo de siempre. De dejar atrás las recetas repetidas, las piscolas de siemrpe, las etiquetas que nunca dijeron nada.

Litmûs nació de una incomodidad: la de vivir en un país sin identidad en lo que toma, donde las copas se llenaban de lo mismo de siempre y nadie parecía notar la diferencia.

Nació de la necesidad de crear algo auténtico. Algo que no imite, que no traduzca, que no copie. Un destilado que se inspire en lo que nos hace únicos: nuestros paisajes, nuestros ritmos, nuestras flores, nuestra forma distinta de entrar a una fiesta.

Litmûs es eso. Un trago que no sigue reglas ajenas. Que cambia de color sin químicos. Que se siente bien en una terraza de día y en la penumbra de una barra de noche.

Una categoría propia. Una declaración sutil. Una decisión clara.

No venimos a gritar. Venimos a transformar. El momento, el trago, la percepción.

Somos para quienes se aburren rápido de lo esperado. Para quienes no buscan validación, sino verdad.

Porque Litmûs no solo se toma. Se elige. Se nota. Y se queda.